FABER

Sala 2 CDAN-Fundación Beulas

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FABER. Rastreando el lenguaje del paisaje

“Faber” fue originalmente el tercer volumen de una trilogía sobre el paisaje publicada por Bassarai Ediciones (2009). Pero, por vez primera en esta exposición en el CDAN, “Faber” deja de ser una perfecta combinación de imágenes y textos para desplegarse tridimensionalmente como veduta, exponiéndose como lo que es primordialmente: una obra conclusiva de y desde la fotografía sobre el lenguaje del paisaje.

faber txema alvarez

La trayectoria de José María Álvarez muestra en “Faber” la visión más personal de un proyecto artístico y vital que abarca casi dos décadas (1992-2009), confirmando la madurez de su tránsito de escultor de Land-Art a fotógrafo del territorio. Como en toda trayectoria rigurosa el abandono de una disciplina por otra nos descubre un sentido profundo, en su caso, una vuelta en bucle al problema primero del lenguaje. El escultor que trasmutado en fotógrafo instaura la mirada –la vía fotográfica- como la forma privilegiada de hacer arte, en “Faber” nos ofrece su sorprendente hallazgo. Roturar la tierra para fabricar ‘arte’ resulta una tarea demasiado invasiva e inútil, frente a una naturaleza sembrada de señales estéticas, a través de la cual el ser humano también habla: dejando marcas, construyendo refugios, rasgando el paisaje. En “Faber”, contemplamos ese lenguaje primario, un titánico balbuceo sin gramática pero capaz de transfigurar la naturaleza en un gran libro a la intemperie, repleto de mensajes cifrados, de enigmáticos poemas, de obras salvajes. El fotógrafo deja de buscar la belleza de la naturaleza virgen para encontrarla en el lenguaje del paisaje, en la naturaleza humanizada.

Esta exposición se convierte así en un proyecto para documentar la obra colosal y a menudo secreta del ser humano que crea y destruye la naturaleza para dar lugar a un paisaje inteligible. J.M. Álvarez evita un enfoque superficialmente ecologista que moralice sobre la devastación y fija su mirada de artista-científico en registrar la precisa belleza de los signos en el paisaje, sin ocultar la de sus inevitables estragos: una pared de adobe o una carretera solitaria, unas rodaduras sobre la nieve…los rastros del faber vernáculo o del faber industrial, cuyo propósito de dominar la naturaleza crea una involuntaria belleza, equivalente a las obras de Land-Art. Como un Dersu Uzala armado con cámara en vez de fusil, el fotógrafo de “Faber” sigue al animal humano –el labrador, el leñador, el operario- para cazar sus rastros. Y como cazador del lenguaje del paisaje nos (de) muestra una reflexión esencial: el verdadero Land-Art ya no es el del escultor sino el del género humano que en su voluntad de paisaje crea una gran obra anónima y colectiva en constante transformación.

foto avellano rojo

En términos de arte de vanguardia, el valor de este proyecto no es el alto oficio que alcanza su fotografía, sino haberlo puesto al servicio de una coherente línea de trabajo conceptual, que él nombra como “Intervenciones visuales”. Y más allá de la plasticidad formal de su arraigo a la fotografía analógica –un prodigioso equilibrio minimalista de composición y color-, el interés radica en el hecho de haber descendido a ras de tierra para ver el nacimiento del lenguaje que el ser humano traza con sus herramientas en el paisaje.

No obstante, la tentación de recoger la épica de la terraformación se ve compensada por su canto a la vida auténtica. Por debajo de su vocación objetivista hay en J.M. Álvarez un retrato tácito, más íntimo, del artífice ausente: el de (homo) faber como explorador de una vida más sencilla y genuina, alejado del mundanal ruido. Pues, a pesar de su rudeza y su furia, es todavía una vida en contacto directo con la naturaleza, sometida a su impermanencia y, sobre todo, abierta a su silencio, ese “bien comunal” que Iván Illich lamenta que perdemos al mismo tiempo que la naturaleza.

Este paradójico canto fotográfico a la vida del faber, finalmente, también nos sugiere un retrato del propio autor. Fotografía a fotografía, nos revela in absentia su esquiva presencia: la de un faber provisto de la más silenciosa de las herramientas, entregado a excavar con su cámara en el paisaje para extraer de su propia veta la nueva imaginería de la era de la técnica.

Iñaki Arzoz

cristales faber retocada

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Etapa 2012 - 2016, Histórico
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2014