INAUGURADA LA EXPOSICIÓN DE ALBERTO CARNEIRO ÁRBOLES

INAUGURADA LA EXPOSICIÓN DE ALBERTO CARNEIRO ÁRBOLES

El CDAN ha inaugurado la exposición Árboles del artista Alberto Carneiro, comisariada por Javier Maderuelo se podrá ver en el CDAN hasta el 20 de agosto.

En 1968, cuando Alberto Carneiro vivía en Londres, tomó conciencia de que su trabajo como artista debía pasar por la experiencia de su propio cuerpo, que la obra debía surgir de procesos vividos, más que conceptuales, y que esos procesos debían estar relacionados con la energía de la materia más que con la forma, ya que la forma es mera apariencia, mientras que la esencia es energía, entendiendo la materia como la concreción física de esa energía.

Una de las cosas que llama la atención en las obras que Carneiro desarrolla durante los años setenta es la continua referencia a los árboles, tanto al nombrarlos en títulos y textos, al representarlos en dibujos y fotografías como al utilizarlos, bien como elemento vivo o como troncos de madera que, al no sufrir grandes transformaciones, permiten seguir reconociendo su naturaleza arbórea. El árbol se convierte así en protagonista de la obra.

Cuando Carneiro intentó ejercer de nuevo el “oficio” de escultor no pretendió volver a incidir en la tediosa y artificial discusión entre abstracción y figuración, ni procuró recuperar el discurso narrativo que las imágenes, los signos o las formas habían ejercido en el pasado, sino que intentó ahondar en la dialéctica existencialista entre el hombre y el mundo, entre sujeto y naturaleza, volviendo a poner sus manos sobre la materia y a sentir en su cuerpo los efectos de ésta.

Recuperar el oficio supone ahora rescatar la capacidad fáctica del hombre, su poder físico de transformación, la posibilidad de medir las fuerzas del cuerpo humano frente a la masa que poseen las cosas materiales que le rodean. El oficio supone el dominio de un determinado material sobre el que el oficiante trabaja. Así, cada uno de los materiales, tradicionalmente, ha dado origen a un oficio, surgiendo las figuras del herrero, el carpintero, el tejedor o el panadero.

Alberto Carneiro, que ha nacido, vive y trabaja entre árboles en su aldea de Coronado (Portugal), no tuvo la más mínima duda a la hora de elegir los árboles como material de trabajo y como tema de sus obras, haciendo del acto de tallar árboles su “oficio” de escultor. En las obras acabadas de Alberto Carneiro se siguen viendo los árboles, los troncos, los nudos, las direcciones de las vetas y la inclinación de las ramas, lo que el artista hace es acentuar el sentido expresivo del cuerpo material, reafirmar direcciones, agrandar surcos, haciendo así evidente lo que de particular y único hay en cada uno de los especímenes vegetales con los que trabaja.

El sentido de estos trabajos no es formalista, no se trata de reproducir o acentuar la apariencia de los árboles, de restituir sus figuras esenciales, sino de recuperar la energía de la que es portador el árbol, aun después de haber sido talado. La diferencia entre el árbol y la obra de arte hecha árbol está en que en la segunda el artista se ha convertido también en obra, se ha transmutado, por medio de la pasión de sus sentimientos y de la acción de sus músculos, en árbol y ambos se han fundido en un único cuerpo primario.
 
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