Colabora: Instituto Francés de Zaragoza y Embajada de Francia.
El Centro de Arte y Naturaleza (CDAN), propone una mirada al paisaje oscense a través de las imágenes del fotógrafo francés Bernard Plossu. A lo largo de dos años, Plossu ha visitado distintos lugares de la provincia de Huesca componiendo un archivo fotográfico de 370 instantáneas que han pasado a formar parte de la colección del CDAN.
La poesía, la fotografía, la literatura y la confrontación de miradas se dan de la mano en el trabajo de Plossu sobre Huesca. Junto a la exposición País de Paisajes se ha publicado un catálogo que reúne textos del escritor Antonio Ansón quién se ha encargado de guiarnos por las voces del paisaje.
Fruto de la colaboración del CDAN con la Escuela de Arte, el artista impartió un taller de fotografía de paisaje en marzo de 2008 en Bara en el Parque de la Sierra de Guara. El taller, contó con la asistencia de 30 personas la mayoría de ellos alumnos y profesores de la Escuela de Arte de Huesca junto a artistas de otras partes de España. La primera fase se dedicó al trabajo de campo en Bara. Para descodificar este taller en octubre, el CDAN invitó al escritor Antonio Ansón, al poeta Paco Grasa, a los fotógrafos Pedro Avellaned, Rafael Navarro y Enrique Carbó, a la historiadora Paloma Castellanos y a los fotógrafos y profesores de la Escuela de Arte integrantes del taller. Todos han compartido la pasión por la fotografía, la literatura, la tertulia, el paseo y el conocimiento colectivo. Acompañando a la exposición de Plossu, se puede ver una selección de los trabajos de los alumnos del taller recogidos también en un catálogo.
El CDAN, ha querido unir fotografía y literatura en una publicación que plasma la mirada del poeta Paco Grasa sobre el mismo paisaje que ha recorrido Plossu. De esta manera, se busca dar un paso más allá en la creación contemporánea a través del cruce de dos disciplinas artísticas con el paisaje altoaragonés como trasfondo, contribuyendo así a su revalorización cultural.
País de paisajes
De entre las muchas definiciones de paisaje que podemos encontrar, Javier Maderuelo elige aquella que propone que paisaje es “la interpretación de lo que se ve en el país (territorio) cuando este se contempla con una mirada estética”. País de paisajes es la crónica de un desplazamiento personal, es la mirada que aplica Plossu en sus viajes a Huesca, donde la idea de la variedad de paisajes se empieza a perfilar cuando contempla y recorre un territorio.
Las repetidas visitas a lo largo de dos años a Huesca permiten entender este trabajo como un archivo de paisajes, como un cuaderno de lugares, pero, sobre todo, en el caso de Bernard Plossu, como una serie de sensaciones atrapadas desde una observación melancólica que busca lo esencial de las cosas. Recorrer un mapa, atravesar un territorio, reconocer un lugar, mirar una piedra, subir a una montaña, espiar a un pájaro, bajar un barranco, no dejar huellas, visitar caminos, andar y construir un paisaje. Plossu siente la necesidad natural de moverse para entender el mundo. Atraviesa el territorio de Huesca de este a oeste, se pierde física y emocionalmente por la peculiaridad paisajística del piedemonte del Pirineo, una unidad de tránsito entre los relieves de la depresión del Ebro y las Sierras Exteriores pirenaicas. Las sierras, como él las llama desde su primera visita, se desvelan ante el recién llegado con la emoción de estar ante una superficie todavía infinita.
El archivo de Huesca de Plossu relata la experiencia del viaje. El fotógrafo es muy consciente de que el paisaje que trata de capturar nada tiene que ver con distancias y medidas, sino con la práctica de andar y mirar, con el modo en que los elementos se relacionan entre sí, con el observador y con la experiencia del lugar. Su paisaje es subjetivo, a veces casi invisible, consecuencia de la experiencia paisajera.
Las Sierras Exteriores representan el borde externo de los grandes mantos del cabalgamiento pirenaico, con cañones de norte a sur que compartimentan macizos calcáreos, relieves de formas cilíndricas, paredes verticales entre el modelado de los mallos y las depresiones erosivas. Estas sierras constituyen un paisaje único en Europa. Plossu se sitúa a observar en ese eje del mapa, la sierra central de la provincia: hacia el norte, tierras marcadas por las montañas de la cadena pirenaica, presente siempre como telón de fondo; hacia el sur, y desde las primeras elevaciones sobre la depresión del Ebro, se abre un excepcional mirador sobre la tierra llana.
Ir de lo grande a lo pequeño, según Plossu, es su principio para tomar sus fotografías; de ahí el pequeño formato elegido para este archivo, miniaturas de 7 x 11 centímetros e imágenes de 17 x 23, una mirada íntima sobre el paisaje que obliga al espectador a sentir que está en el objetivo de la cámara en el momento del disparo. Fidelidad al formato que da la identidad a su trabajo al renunciar a la ampliación como método de seducción. Es sabido que a raíz de su primer viaje a Níger en 1975 se pasa del color al blanco y negro, y así continúa hoy en día realizando sus trabajos, para los que utiliza solo un objetivo de 50 milímetros. Cámara y formato le alejan de la espectacularidad impuesta por el mercado.
En la obra de Bernard Plossu proliferan las descripciones espaciales y temporales ajenas a lo convencional. Lo que destaca en sus fotografías es la minuciosa descripción de las rutas por las que deambula con sus amigos. Porque Plossu, a diferencia de otros caminantes, no lo hace solo. Busca la compañía, la relación con otras miradas, como la de Pedro López Esparza, Daniel Zolinsky, David Rodriguez Gimeno o Antonio Ansón, quien le descubrió las tierras de Huesca y es el encargado de guiarnos por las voces del paisaje
La representación del paisaje en Plossu se construye con la repetición, a veces casi obsesiva, de un mismo motivo contemplado desde el mismo sitio. El objeto, en el caso de las sierras de Huesca, no es sublime, ni siquiera pintoresco; podría ser una masa calcárea que pasara desapercibida para otros ojos que miraran o la recurrente envidia del vuelo de un pájaro, de su punto de vista desde una posición privilegiada. El paisaje que fotografía es también el reflejo del hombre, las parcelas, los túneles, la huella del hombre en la tierra. Plossu descubre desde rocas arquetípicas hasta campos de cultivo. La actitud reside en la marcha, en su ritmo lento, aprendido de su padre, en la experiencia de su cuerpo desplazando los sentidos por el territorio oscense.
Desde el CDAN, a través de sus cursos y publicaciones, insistimos en pensar la idea de paisaje. “En la actualidad —escribe Javier Maderuelo en el prólogo del libro Paisaje y territorio—, estamos tomando conciencia del paisaje y sus valores desde distintas disciplinas, formando una sensibilidad paisajera que se va extendiendo a amplias capas de la sociedad”. Tenemos el convencimiento de que el arte nos permite descubrir los valores que posee cada enclave y cada territorio, y nos ayudará a reconocer los países como paisajes. Sin duda, las imágenes de Plossu contribuyen en gran medida a leer y entender el territorio de Huesca como un país de paisajes.