Uno de los temas que ha preocupado al arte, desde tiempos remotos, es la naturaleza y el paisaje. El lugar donde habita el hombre, la mujer, los seres vivientes. El escenario de la vida.
Define la RAE paisaje como «parte de un territorio que puede ser observado desde un determinado lugar». Los elementos físicos que nos rodean conforman un paraje. Para que exista un paisaje tiene que haber un ojo que lo contemple; el paisaje es una construcción personal; no es el entorno, sino cómo lo vemos, cómo lo interpretamos. Siempre hay un diálogo entre naturaleza y persona, a veces fluido y a veces tirante, con palabras y silencios, con sonidos y aromas. Pero siempre con una integración mediatizada por la intención de la presencia y el sentido de la mirada. Todos los sentidos participan en esta unión de ser y estar en el mundo circundante.
Esta exposición pretende actuar como un motor de emociones, a través de un recorrido que parte de la naturaleza impenetrable, pura, y que nos guía a esa otra modificada por el ser humano, que termina desembocando en las ciudades. Estas son las grandes creaciones de la sociedad actual, los hitos de un legado que parte de la tribu y que ahora multiplica nuestra presencia en cifras desbordantes. Entre ambas, misteriosos ambientes en los que la presencia humana no es evidente sino que se manifiesta a través de las huellas que deja, de lo efímero. Son espacios vacíos en los que se da valor a lo invisible, que es otra manera de llenar la vida.
Todo ello, motivos y lugares, seres y escenarios, paisajes y paisanajes, invitan a la reflexión sobre el «yo», al encuentro con uno mismo. Y dentro de esta catarata de pensamientos aparece la conservación del entorno que habitamos. La idea del respeto mutuo, de la convivencia amable y sostenible.
Los autores seleccionados, haciendo uso de lenguajes plásticos muy diferentes y personales, coinciden en el paisaje como elemento consustancial al ser humano.
Las obras pertenecen a la Colección Circa XX, gestada gracias al empeño personal y a la sensibilidad de la reconocida coleccionista Pilar Citoler a lo largo de más de cuatro décadas. Desde el año 2013 este conjunto integrado por más de 1.200 piezas forma parte estable de la Colección del IAACC Pablo Serrano, Gobierno de Aragón.