Lamentamos profundamente la muerte de Alberto Carneiro
Muere el escultor portugués Alberto carneiro a los 79 años
Alberto Carneiro, una de las figuras más destacadas de la escultura portuguesa, murió ayer a los 79 años de edad tras varios años arrastrando problemas de salud, informaron medios portugueses. Carneiro, nacido en 1937 en São Mamede do Coronado, en el distrito de Oporto, está considerado unos de los grandes renovadores de la escultura portuguesa del siglo XX. Carneiro participó en el 2006 en el proyecto del CDAN de Huesca Arte y naturaleza con su escultura Ás Árvores Florecem em Huesca instalada en el valle de Belsué y cuyo montaje él mismo supervisó.
Artista portugués, nació en Coronado en 1937, empezó su carrera en un taller de imaginería donde entró a trabajar de los 10 hasta los veintiún años. Posteriormente realizó estudios de escultura en la Escuela de Bellas Artes de Oporto y en Saint Martin’s School of Arts de Londres, donde fueron sus profestores Anthony Caro y Philip King. Fue becario de la Fundación Calouste Gulbenkian en Oporto y Londres.
Ha combinado su trayectoria de artista con la de docente en el Círculo de Artes Plásticas de la Universidad de Coimbra, en la Escuela de Bellas Artes de Oporto, y en la facultad de Arquitectura de la Universidad de Oporto. Se ha dedicado al estudio de la Psicología profunda, el Zen, el Tantra y el Tao para profundizar en las relaciones de los sentidos, de su cuerpo y de su mente y en la creación de su obra, impartiendo sobre estos temas cursos y conferencias. Expone habitualmente su obra desde 1963, participando en más de 80 exposiciones individuales en Portugal y el extranjero y más de cien colectivas. Su encuentro en 1965 con los libros de Gaston Bachelard sobre la poética de la materia fue fundamental para la reflexión teórica sobre sus procesos de creación.
En 1968 se le concedió el premio Nacional de Escultura. Incansable viajero ha recorrido diversos países de África, Estados Unidos y Asia. En la India, Nepal, China y Japón observa y medita sobre aspectos de las manifestaciones hinduista, tántrica, taoísta y zen, particularmente en las representaciones mandálicas y en las relaciones de la naturaleza con las configuraciones y significado de los jardines. Estos viajes influirán en sus trabajos de los próximos años.
“Peregrino por tierras oscenses, Alberto Carneiro ha recorrido los Pirineos, el Somontano y la Hoya de Huesca, las montañas y los valles, los bosques y los desiertos, hasta encontrar un recóndito lugar que posee unas condiciones paisajísticas excepcionales para ubicar allí el centro de su cosmos, para construir su mandala personal, que es la obra titulada As árvores florescem em Huesca (Los árboles florecen en Huesca) (…) El territorio elegido por Carneiro para instalar su mandala es el valle del Belsué, un lugar alejado de cualquier ruta, que posee unas formaciones geológicas de rica expresividad y que ofrece infinidad de texturas, tanto minerales como vegetales, plenas de matices cromáticos. Se trata de un sitio apartado, de topografía escarpada, por el que discurre un torrencial arroyo que, desde tiempos geológicos, ha ido horadando estas rocas hirsutas con la abrasión de sus aguas frías y cristalinas que corren desbocadas entre las piedras.
Esta obra compromete indistintamente al lugar, al ubicarse en él y dotarlo de un nuevo sentido, y también al cuerpo de quien penetra en su interior. Los grandes muros ciegos de piedra no configuran ni una casa ni una nave agrícola sino que constituyen una “arquitectura poética”, un mandala, en cuanto que se elevan para ofrecer una potente estructura geométrica sin funcionalidad, que sirve para encerrar en su interior una metáfora del árbol, la escultura en bronce que se deja ver parcialmente en el interior de un gran gnomon, un menhir contemporáneo.”
Javier Maderuelo. Alberto Carneiro. CDAN de la Fundación Beulas, 2006. pp 89-90.
“Alberto Carneiro delante de su obra Ás Árvores Florecem em Huesca en Belsue, el día de la inaguración”